Con la llegada de la primavera, ¡nuestros productores de patatas están en plena efervescencia!
Nuestros agricultores piden las plantas de patata a principios de año, cuando firman los contratos para la futura cosecha. Es entonces cuando se establece el plan definitivo de los diferentes cultivos de la explotación.
Las plantas empiezan a entregarse a principios de marzo, a lo largo de un periodo que dura entre 7 y 8 semanas. Lo más importante es interrumpir adecuadamente el estado de latencia de la planta en el momento de la siembra. Se dice que una planta está «despierta» cuando se encuentra en estado de brotación y aparecen las primeras yemas. Para que alcance esta fase, la plántula debe almacenarse en un lugar ventilado, sin residuos de agentes antigerminantes y con buena exposición a la luz. El agricultor decide el periodo de entrega ideal en función de la infraestructura de su explotación y de las cantidades que vaya a recibir.
Al mismo tiempo, si las condiciones meteorológicas lo permiten, el agricultor puede ir realizando algunas labores previas a la plantación, como la eliminación de la cobertura vegetal de intercultivo y la adición de los abonos de fondo (potasa y fósforo). El nitrógeno debe añadirse justo antes de la plantación, cuando se prepara el suelo, para limitar las pérdidas por volatilización del amoníaco, especialmente si se aplica en forma de disolución nitrogenada.
El cultivo de la patata requiere maquinaria agrícola bastante pesada. Antes de la siembra, el suelo debe ararse y mullirse en profundidad de forma progresiva para que vaya adquiriendo temperatura a medida que se realizan las labores del cultivo. Para ello se requiere potencia y varias pasadas con diferentes implementos: cultivadores, arados o descompactadores, gradas rotativas o rotocultores. Estas tareas suele realizarlas el propio agricultor. La siembra y el aporcado se realizan en una sola pasada. Para esta etapa, los productores que no disponen de su propia plantadora recurren a un proveedor de servicios externo.